El jueves 15 nos
fuimos congregando, desde nuestras comunidades locales. Como siempre con la
alegría de reencontrarnos en la Casa Madre , con nuestras
hermanas.
Llegamos con
expectativas, sin tener muy claro cómo iba a ser nuestra participación.
El viernes por la
mañana, enseguida de la oración de comienzo, las hermanas del Equipo de Animación
Regional y el Padre Daniel que nos
acompañó y dirigió los pasos del encuentro, se esmeraron para que tuviéramos
muy claros los objetivos de la
Asamblea.
La metodología
resultó buenísima, ya que se sucedieron amplios momentos de reflexión personal,
posibilidad de compartir en pequeños grupos y discernimientos de la Asamblea toda, sobre todo
cuando pudimos profundizar en las características de la personalidad y
conductas de nuestra Madre Antonia.
Así, paso a paso
con prolija profundidad fuimos gestando la posibilidad de interiorizar nuestros
roles y funciones en la vida consagrada
antoniana, valorar el intenso y variado trabajo que, dentro de nuestra misión,
realizan las hermanas y laicos antonianos en los lugares geográficos donde se
hallan nuestra comunidades. Y valorar nuestra ubicación, “nuestro lugar en
el mundo”
¡Qué bueno que
pudimos, sinceramente y responder a las preguntas: ¿Cómo me siento? ¿En qué
etapa estoy? ¿Qué me hace feliz? ¿Qué necesito?
Y, en función de eso ¿En qué lugar me veo? ¿Por
qué y para qué?
Hermosos y
motivadores testimonios de vida y compromiso, pudimos apreciar al compás de lo
dicho.
Sólo queda
capitalizar tan rica experiencia y agradecer a todas (especialmente a la comunidad
de Casa Madre) y al Padre Daniel la preparación y realización de la Asamblea. Como así también al
Espíritu Santo y a la
Madre Antonia por su siempre presencia evidente.
Hermana
Gladys Pelosa.